Autor: Dr. Miguel Escala
Para muchos
directores y directoras en las vacaciones de verano además de tomar los días de
un merecido descanso, se dedican a cumplir con los trámites administrativos
pendientes, a planificar el nuevo curso, e incluso a reunirse con los
docentes. Un nuevo curso se acerca, y
es importante recibirlo con alegría y con nuevos planes para facilitar mejores
aprendizajes.
Nos preguntamos
qué pasa con la participación. A los
docentes hay que darles su merecido descanso también, pero queremos conocer de
experiencias relativas a otros actores que participan en la vida de la escuela.
¿Tareas de la
Junta de Centro? Podemos preparar una lista
de tareas que la Junta puede realizar en vacaciones, o debe realizar en ese
tiempo. Antes del director tomar su
descanso, es una excelente oportunidad
para invitar a los miembros de la Junta
para visitar el centro y conocer las condiciones con que se ha terminado el
curso escolar, y conjuntamente preparar una lista de reparaciones y de mejoras,
estableciendo su prioridad y su posible costo.
Ambos aspectos pueden determinar el plan de reparaciones y mejoras. Con mucho o con poco se pueden realizar
cambios para que se inicie el curso escolar con un centro más favorecedor de
los aprendizajes. Idealmente, una Junta
apoderada y consciente de su labor, le guarda al Director una escuela en
mejores condiciones a la vuelta de sus días de descanso. La comunidad puede participar en tareas de
limpieza, reparaciones menores, en colocar las piedras blancas pintadas en la
entrada de la escuela, en sembrar algunos árboles o algunas flores. En fin, un convite escolar de una comunidad
apoderada, con una Junta líder. Se necesitan pocos recursos. A lo mejor es un sueño, pero sabemos que
pasa en algunos lugares y queremos que nos comuniquen sus experiencias.
¿Los padres y
las madres? Los niños, niñas y
adolescentes de vacaciones implican una atención muy especial, que puede ser muy importante para su
formación, pero también puede crear un problema familiar. Algunas familias buscan a los abuelos como
refugios vacacionales, otras con mayores recursos contratan clases o
campamentos. Sin embargo muchas familias,
con pocos recursos, no saben qué hacer con los muchachos y las muchachas que dan vuelta por el barrio, cuando hasta la
época de marotear mangos ya va en declive.
¿Ha pensado algún director o directora organizar un campamento
distribuido en casas diferentes con padres y madres voluntarios que en sus
horas libres enseñan a cocinar, alguna artesanía, cuentan historias sobre la
comunidad, dirigen juegos de mesa o actividades deportivas, llevan a los niños
de excursión? En la cooperación de las
familias vinculadas a la escuela pueden surgir iniciativas muy económicas que
además de educar en vacaciones, pueden servir para mantener a los más jóvenes
ocupados. Incluso los mayores pueden
preparar actividades para los menores.
En fin, la
participación no puede irse de vacaciones.
Las experiencias exitosas queremos conocerlas. Sabemos que lo dicho no es solamente
sueño. Además de posible, se ha realizado.
Siempre es posible pensar en educar mejor.